domingo, 8 de junio de 2014

El Billete de Cien

El Billete de Cien


sigue el enlace para escuchar un agradable podcastAmigos de Crónica Libre de Caracas reciban nuevamente nuestro saludo.


El programa de hoy está cargado de alegría e historias contadas de una manera fresca y ocurrente. Un "fresca" tertulia acerca del muy controvertido valor del billete de cien bolívares en nuestro país. Nos paseamos por las Morocotas y Pachanos del siglo 19 y 20, hasta llegar a nuestros días...

Les recordamos desde su Crónica Libre escribirnos a través decronicalibredecaracas@gmail.com si desean algun especial de Cronoca Mix solo musica o si desean algún tema en especial, investigaremos y con gusto lo desarrollaremos para ustedes.  Ahhh y no alviden seguirnos a través de twitter y facebook.
Saludos desde Caracas,

Los Migueles, 

PD. los invitamos a visitar y apoyar las iniciativas y emprendimientos que les recomendamos hoy.
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miércoles, 2 de abril de 2014

La vieja Bodega de Caracas. Entre chismes, traguitos y verduras.




La vieja Bodega de Caracas. 
Entre chismes, traguitos
 y verduras.


El caraqueño siempre sintió el pintoresco placer de echarse palos recostados del “mostrador” de aquellos negocios que vendían preparados espirituosos, licores únicos y especiales. Estas delicias alcohólicas poseían fórmulas secretas que solo se transmitían por herencia a un fiel designado familiar quien, en pomposo y formal acto de juramento tenía la estoica misión de no revelar las técnicas o ingredientes especiales cuando las recibía.  Eran recetas “mágicas” que permitían fabricar aquellas bebidas exquisitas que solo después que un catador especializado las calificaba, se trasegaban a barrilitos y se embotellaban y, este mismo personaje las recomendaba por toda la ciudad.
El catador caraqueño de las bodegas y pulperías de aquellos tiempos, ejercía su función con mucha seriedad y responsabilidad profesional,  tal y como lo hacen hoy en día los profesionales expertos, pero con la diferencia ahora estos tienen especialidades y encontramos catadores de whisky, ron, sommelier de vinos, champañas, por señalar algunas sub-especialidades. Nuestro personaje de la vieja Caracas, el Catador “cañero”, tenía un súper olfato y una capacidad gustativa capaz de diferenciar la buena bebida de un vulgar lavagallos; era un “especialista en todo”,  probaba todo, cataba todas las mezclas, libaba lo que hubiera y lo que le dieran a probar, y luego emitía un veredicto de los licores del lugar.
En Caracas, y también en todo el país, la bodega o pulpería de la esquina, la del camino, del caserío o del poblado, era el establecimiento comercial donde se expendían esos llamados “licores de la casa” y  algunos de los pocos industrializados que se distribuían para venta al detal en el país.
 Las Bodegas, en general, eran muy parecidas en su conformación y en cuanto a los productos que vendían; claro había unas que “eran consideradas más que las otras”, y a esas se les denominaba “abastos” ya poseían más categoría, mejor decoración y algunos productos importados. En cuanto a los licores, estos abastos solo los vendían embotellados, no se podía beberlos conversando con amigos y vecinos recostados del mostrador, como si era caso de la pulpería.
Y es que el mostrador,  era el equivalente a la “barra” de una tasca hoy en día. Expendían, los bodegueros, sus bebidas servidas en pocillos de aluminio, tazas de peltre,  copas de grueso y ordinario vidrio o en vasos sin ningún tipo de clase o distinción. La escogencia de uno u otro recipiente dependía del cliente quien, al pedir un trago,  indicaba si lo quería en copa, taza o pocillo.
¿Cuáles eran las bebidas que gozaban del aprecio del parroquiano caraqueño? cada bodega vendía sus bebidas artesanales hechas caseramente, bien que se elaboraran en sus propios  locales, o que las “importara” del interior del país; el hecho es que cada comercio procuraba tener su propia batería de licores, completa y especializada para atraer a los clientes. En esos tiempos era habitual la práctica del “espionaje industrial” entre bodegas, pues se buscaba conocer la oferta de cada una y evitar así que la competencia se “jalara” a los clientes cuya fidelidad con mucho esfuerzo se había logrado.
Muchas de las bebidas que antaño se consideraron las reinas del mercado al por menor y detal, fueron escogidas por sus ventas, sabor y efectos, y terminaron siendo industrializadas para su distribución en toda la ciudad, pues en la medida en que  Caracas se fue modernizando y las bodegas de las esquinas con su concepto original fueron desapareciendo, aparecieron entonces los llamados botiquines para el expendio de licores. Por otra parte, las pocas bodegas que quedaron, hoy quizás encontremos una que otra, les fue prohibida la fabricación y venta de licores para servidos por tragos en mostradores, actividad que solo quedó reservada a bares y botiquines debidamente autorizados.


Una Tranquila y antañona tarde Caraqueña

Durante una tarde normal capitalina en las antañonas bodegas parroquiales,  se confundían aquellos compradores que acudían a comprar quesos, café, pan,  carbón, leña de cují para el fogón, hielo, querosene para la cocina y después para la nevera, pabilo, papel pega moscas, entre otros cientos de productos, con aquellos visitantes que solo iban a libar un traguito casero y a “picar” un pedacito de queso. Esa era una fórmula perfecta para entablar amenas tertulias caraqueñas entre amigos, cada uno con su “cañandonga” pedida y servida por tragos o mediante el trasegado de un barril a la botella o media botellita, que era llenada a través de un embudo al momento de pedirla.
Una de las bebidas predilectas era el famoso “Ponsigué” el cual  te servían el licor en un vaso, y las pepas de la fruta, te las daban en un platico aparte para que las disfrutarás chupándolas y comiendo la pulpa como si se tratase de una aceituna. En las bodegas, siempre había unos taburetes bajitos para que los clientes se sentaran a conversar mientras disfrutaban un traguito. Eran muy pequeños, no como los que hay en las tascas hoy en día para sentarse de frente a la barra, sino mas bien con las patas corticas como los que usan los limpiabotas, lo cual  casi siempre terminaba siendo un cómico espectáculo, pues ver a esos adultos libando por largo rato sentados en esos banquitos, se sabía de antemano que cuando ya estuvieran  “prendíos” o  embriagados, no se podrían levantar y si lo hacían se iban de cabeza al suelo,  razón por la cual solían pedir ayuda al que estaba parado al lado, que también estaba rascado  la mayoría de las veces generando situaciones muy cómicas, cargadas de traspiés y caídas inofensivas, ambos se iban de cabeza al suelo.
foto tomada del blog 
El mobiliario era de madera. El mostrador normalmente cubierto con una lámina de latón liso y de aluminio asegurado por tachuelas cabezonas,  permitía cortar las cosas que allí se vendían, pues este recubrimiento le daba mayor dureza y facilitaba su limpieza. Tenía más o menos de tres a cuatro metros de largo, a la altura de la cintura de un adulto, y en uno de sus extremos siempre había una pequeña “vitrina” de maderitas y vidrio donde estaba el queso, el chicharrón, la mantequilla, nata, chorizos cortados y todo aquello que podía atraer moscas a la bodega; en el otro extremo, estaban los grandes frascos bocones, pocillos, copas y vasos; había botellas donde se conservaban las bebidas más livianas o “suavesongas” solo para entonar y los barrilitos donde estaban las “bravas”, que se servían en pocillos que no permitían  a los otros clientes ver lo que el otro tomaba, pero si conocer rápidamente los efectos, sobre todo cuando bebían largo rato sentados en esos tabureticos, ya no podían pararse después. El pasapalo no existía como práctica comercial, y se decía que “macho que bebe no come” sin embargo había quien pedía un pedazo de queso llanero o mano y un trozo de casabe, no como comida sino como un “tentempié”    
El bodeguero procuraba tener la mayor variedad de productos para la venta, vender de todo, pero, como eso pequeños locales tenían poco espacio, muchas de las mercancías eran colgadas de las vigas y del techo, y por todos lados guindaban “papeles pega mosca”; en las paredes recostadas estaban las alacenas, habían productos enlatados, y trozos de carne y pescado salado, pues como no habían refrigeradores, allí solo se vendía carne seca y salada. El casabe “importado” del interior del país se almacenaba en grandes pilas de aproximadas cincuenta tortas cada una; el papelón en forma de cono, la panela, mas suave en sabor, cortada en rectángulos como ladrillos, se guardaba en la vitrina para evitar el ataque de las hormigas.
Eran negocios cuasi familiares que existían en cada parroquia y que podían ayudar a los vecinos a resolver problemas personales relacionados con la venta fiada y hasta uno que otro préstamo dinerario. Era común escuchar ¡anótamelo! que te pago cuando cobre, debemos recordar que antiguamente desde la década de los años 40 y hasta los 50,  se pagaban los sueldos semanalmente a todos los trabajadores; los días “oficiales” eran los 07, 14, 22 y último de cada mes. Venezuela entre los años 30 y 50 era un país muy pobre y para colmo, el mundo estaba sumido en una guerra mundial.
En cuanto a precios, estos variaban según la bodega, pero no mucho. Ellos dependían más del establecimiento y los “detalles del mismo”, por ejemplo: el tipo de tragos y la calidad del que se preparaba en la “casa” y si tenía un radio para oír las noticias y sobre todo musiquita. La forma de pedir un trago era cómica y variada… “dame un lamparazo” “un matracazo”, un “coñacito”, un “guamazo”, pero a nadie se le ocurría, en esa época,  decir como hoy en día “dame un palo” pues te gritaban ayyyy me lo agarró,  y el resto de la tarde eras objeto de todo tipo de burlas y chistes por los compañeros de tertulia.  Entre las bebidas alcohólicas de elaboración casera más famosas encontrábamos la Yerba Luisa, Fruta  e´burro, Canelita, Anís, Margarita, Ron de Ponsigue con las fruticas en la botella (parecidas a pequeñas cerecitas                roji-amarillas aciditas), Concha e´píña, La Pasita, Guarapita, El Amargo, Rompe Saragüey, Duraznito, Malojillo, Yerbabuena, Zamurito, La Naranjada,  entre otras. Luego encontrábamos las bebidas industriales y más costosas,  pero que raramente eran vendidas por tragos en una bodega, sino la botella entera. Estas  bebidas “exóticas” eran el Ron, Whisky, El licor de Penca de Cocuy,  Coñac, Brandy, Anis español El Mono y por cierto,  debemos señalar que quien se rascaba bebiendo anís El Mono se le decía “esa carga una mona”.
En cuanto a la refrigeración tenemos que en la década de los 30 y los 40 las neveras no estaban al alcance de las mayorías. Esas bodegas tenían unos tambores donde diariamente colocaban el hielo en panelas que les traían, para picarlo y venderlo por pedazos, y aprovechar para enfriar en esos tambores refrescos y cervezas que si se vendían fríos, pero eran más caros.
En las parroquias estaban las bodegas, y casi siempre en la esquina con las puertas hacia cada calle, estaba el acceso al local. Allí se vendían los alimentos que compraban las familias de la vecindad, y en la calle, afuera estaban los varones caraqueños recostados de los postes conversando con amigos, observando a las damas y vecinas pasar y regalándoles piropos galantes y picantes. Estar parado en la esquina era una costumbre parroquiana de la Caracas de antaño, y las reuniones esquineras terminaban como a las 10 pm y a partir de esa hora quedaba entonces Caracas, sumida entre el silencio y la neblina.

Centro de Acopio de Información Vecinal.
Oficina del lleva y trae

El bodeguero o pulpero era la persona que conocía la “vida y milagro” de su vecindario; su negocio, por así decirlo, era centro de acopio de información de la vida ajena; él era el jefe, todo oídos, para bien o para mal. Era un atento y “descuidado” receptor y transmisor de datos tal cual un radio bemba, función que ejercida a través de las muchachas de servicio de adentro o criadas, encargadas normalmente de hacer las compras del día a día en cada casa del vecindario. Estas jóvenes hacían las compras para el almuerzo a mitad de mañana y en la tarde salían de nuevo a comprar cosas para la cena; de esta manera aprovechaban para realizar el intercambio de “información secreta” de noticias y eventos de sus respectivas casas, para distraerse y compartir un rato con otras muchachas del vecindario en la misma misión. Salian de compras en las horas “pico” cuando había mucha gente en la bodega, y mientras las atendían se disponían a “oir de otras casas y a contar de las suyas” actualizando al atento  bodeguero, que escuchaba y retenía e intercambiaba información, de manera que la bodega era como una oficina central de información de la vecindad. Allí se tramitaba e intercambiaba información relacionada con embarazos, peleas, divorcios, reclutaos, enfermos, desempleados, retrasos en la regla, en fin todo género de chismes y maledicencias.
Estos bodegueros atendían rapidito a las feítas y a las bonitas las dejaban de último y para alegrarlas y conquistarlas con pedacitos de papelón con queso o con una ñapita de más y a veces ofreciéndole un par de bolitas… de Ponsigué. Estas muchachas iban muy arregladitas a la bodega,  pues permanente se encontraban con jóvenes y viejos de la vecindad, tomando en licorcito en pocillos, listos para atacarlas, y ellas gozaban riendo y quitándoselos de encima, defendiendo su honor e integridad, pues ellas mismas decían “nunca se la daré cualquier enamorao de esquina, porque después que se comen te dejan colgando”
Las bodegas en Caracas eran una cosa de otro mundo, había unas donde cortaban el cabello, otras que vendían aperos para montar cabello, sillas, correajes, perdigones, pólvora; otras donde extraían muelas, se jugaban bolas criollas en la parte trasera,  preparaba chicharrón y vendía cochino fresco. En fin, cada una era un universo particularmente creado por el bodeguero siguiendo la realidad y necesidades de su asidua clientela. Agotar el tema de las pulperías y bodegas de Caracas, sería una labor titánica, puesto que cada una tenía sus particularidades y suplía las necesidades de los vecinos de cada zona de la capital, una ciudad donde habían zonas muy rurales coexistiendo con la “modernidad”, pero una cosa siempre se escuchaba en una y en otras,  “sírveme un lamparazo de Poncigue, ahh y la pepa… me la das después”


Saludos Los Migueles.

@cronicalibreccs



sábado, 22 de marzo de 2014

Centro de Caracas. Cuadrilátero Historico



El Centro de Caracas y algunas de sus historias.


Cuadrilátero Histórico.





En el primer plano de nuestra ciudad -elaborado por el Gobernador Juan de Pimentel en el año de 1578-  Caracas resultaba dividida en veinticinco manzanas de las cuales la del centro era la manzana dispuesta para la Plaza Mayor (hoy Plaza Bolívar). El “Centro de Caracas”, zona urbana cuyos límites territoriales hoy día no están claramente definidos, hacía referencia a las esquinas y calles pertenecientes a las doce manzanas que formaban una perfecta cuadrícula gravitando alrededor de la Plaza Bolívar. Este concepto de Centro de Caracas,  punto de partida para ulteriores políticas de “ordenación urbanística”, y que aun hoy todavía posee un determinante contenido histórico, social  y geopolítico, con el paso de los años se ha ido modificando.
        Si partimos solo de la base territorial para dar una denominación al centro de la capital, tenemos que Arístides Rojas,  escritor y gran cronista colonial, llamó al Centro de Caracas “el cuadrilátero histórico” y allí situaba a la ciudadela, -como él la llamaba-  agrupando en un concepto a las manzanas comprendidas entre la Plaza de Altagracia y la esquina de Maturín por el Norte, y por el Sur demarcada por las esquinas Traposos y La Bolsa. De manera que,  entre el Norte y el Sur,  en los límites señalados,  estaban las doce manzanas más importantes de Caracas, área donde se verificaban los actos civiles y políticos más importantes de la ciudad en tiempos de la colonia.
Dentro de tales linderos estuvieron los conventos Dominicos, Franciscanos y de las Concepciones,  los Templos de San Francisco, San Sebastián -que luego fue de San Mauricio- y la Catedral con su Cementerio y su prisión para los Eclesiásticos. Encontramos también la casa que ordenó construir Don Diego de Losada, en la Esquina de Maturín; El palacio de los Capitanes Generales, la Audiencia, la Cárcel Real, El Ayuntamiento, el Seminario Tridentino, La Universidad de Caracas, la Tesorería Real, una de las oficinas de la Compañía Guipuzcoana, la imprenta, La Plaza Mayor y las casas donde nacieron Francisco de Miranda (Esquina de Padre Sierra) y Simón Bolívar (San Jacinto y Traposos).
         Actualmente, se tiene como referencia de lo que es el centro de Caracas a la Plaza Bolívar; esta plaza no siempre se llamo así, pues se le conoció como La Plaza Mayor, Plaza de Armas, de Constitución, y Plaza Real. Es a partir de 1874, cuando Antonio Guzmán Blanco, luego de ordenar la instalación de la estatua ecuestre del Libertador y realizar algunas refacciones, dispuso que en lo sucesivo se denominaría a la plaza actualmente  se le conoce,  la “Plaza Bolívar”.
  Las manzanas y sus casas ubicadas más cerca del 
centro, estaban destinadas a ser habitadas por aquellos ciudadanos que fuesen considerados nobles, ricos, blancos, gobernantes, integrantes del clero, miembros de la fuerza pública, u otra importante distinción que los hiciera los notables de la época. Quienes social y económicamente fuesen considerados “inferiores” vivían en las manzanas más alejadas de la Plaza Bolívar, en la periferia, retirados del centro, es decir en los márgenes de la llamada ciudadela.

     La Plaza Bolívar, linda con cuatro (4) esquinas: Torre, Principal, Monjas y Gradillas; cada una de ellas tiene su particular historia e importancia. Así  tenemos:
Torre: su nombre deriva de la torre de la Catedral  Caracas, templo glorioso e histórico que sufrió una y otra vez los rigores de los terremotos que afectaron a la ciudad en los años 1776, 1812, 1900, y, 1967, resultando en cada caso, destruida la torre la cual fue una y otra vez reconstruida, resultando modificada en cada ocasión. Esta torre está adornada con cuatro (4) relojes, uno por cada cara y tiene ocho (8) campanas de bronce. Por muchos años la torre, por su altura, destacaba sobre todas las construcciones de Caracas.
Gradillas: Ubicada al sureste de la plaza, posee unas pequeñas gradas construías para corregir el desnivel del terreno generado por la pendiente natural de Caracas y por la pavimentación las calles; esta circunstancia obligó a sus diseñadores a construir dichas gradas para ingresar a la plaza sorteando el desnivel, de allí su nombre.
Gradillas siempre ha sido una esquina importante, incluso la familia Bolívar tuvo una casa en el terreno donde hoy encontramos el Palacio Arzobispal.  En esta casa vivió el Libertador sus primeros años de infancia después de la muerte de sus padres; también se dice que volvió a dormir allí  la noche el 10 de enero de 1827,  última vez que vino a Caracas.
Principal: ubicada en la esquina noroeste de la plaza tiene un historial añejo e interesante. En tal sitio hubo y hay importantes edificios; allí funcionó el cuerpo principal de la Guardia; luego ese mismo edificio se convirtió en un cuartel, luego fue la Cárcel Real, después Palacio Presidencial,  hasta lo que es hoy, la Casa Amarilla,  sede del Ministerio de Relaciones Exteriores.
El Presidente Antonio Guzmán Blanco fue quien ordenó modificar y acondicionar el edificio que sirvió de cárcel Real para convertirlo en Palacio Presidencial,  y dispuso pintarlo de amarillo pues era el color de su Partido Liberal. Esta edificación tiene una propia y larga historia por los hechos que allí se sucedieron y luego comentaremos.
Monjas: Ubicada en el suroeste de la plaza; en un edificio allí situado funcionó el Convento de las Monjas de la Inmaculada Concepción, sede ahora del Consejo Municipal. Igualmente estuvo el seminario de Santa Rosa, y se utilizó, durante de la independencia, como cárcel,  colegio y como capilla del seminario.

Ahora bien, entre la esquina Principal y Torre  actualmente se encuentra la sede de la Alcaldía de Caracas. Años atrás funcionó la Gobernación de Caracas y allí,  durante los primeros años del siglo pasado,  se cometió un crimen de gran resonancia nacional, fue asesinado a puñaladas un hombre de ingrata recordación para la patria, Eustoquio Gómez, un esbirro y asesino, pariente de dictador de Venezuela durante 27 años Juan Vicente Gómez.
 Corría el año 1895, y en esa importante zona ya funcionaba uno de los primeros hoteles de Venezuela,  estuvo el gran Hotel Venezuela local que junto con el Hotel El León de Oro, fue de los más lujosos hoteles de Caracas.
El Hotel Venezuela, posteriormente cambio su nombre y pasó a llamarse el Gran Hotel Klind,  un próspero negocio que cesó sus funciones, luego de ser comprado para convertirlo, después de algunas remodelaciones en el Edificio Washington,  inmueble donde se encontraba el conocido Cable Americano, empresa que gestionaba las  comunicaciones entre Venezuela y el exterior. También estaba el recordado Bar Democrático, lugar donde se reunían los músicos de Caracas con sus instrumentos para ser contratados por las personas para realizar los “toques” en fiestas, bautizos, matrimonios y celebraciones de 15 años. Por cierto, se dice que de la esquina, el local o de las tertulias sostenidas por esa gran cantidad de músicos que esperaban ser contratados para ganarse el día, surgieron dos frases celebres musicalmente hablando todavía hoy en pleno siglo 21. Vente Tu y Matar un Tigre. La primera,  “vente tú” se origina del llamado que un líder o contratado principal para una presentación,  realizaba al músico que quizás conocía tocando, pero no de nombre,  así que,  entre la gran cantidad de instrumentistas que diariamente se encontraban en esa esquina, se señalada a uno del grupo y se le decía… ¡hey Vente Tu, que tenemos un toque!. Toque era la expresión utilizada para las presentaciones ya fuera en reuniones familiares o locales nocturnos y “vente tú” entonces quedó como las agrupaciones que se forman a última hora, con las personas que se tienen disponibles y quizás no sean todas las mas aptas musicalmente, pero que mas esas eran las que estaban.
Por otra parte Matar el Tigre se refería al hecho de poder tocar un ritmo que derivada de un tema “jazzeado” que estaba de moda  llamado el Tiger Rag, jazz al estilo Dixieland, rápido y difícil de tocar y de bailar. Era la moda y por tanto una pieza obligada en las reuniones de Caracas. Todos debían tocarlo. Se convirtió en una penitencia para los músicos y cada vez que debían ejecutarla decían: “tenemos que aprender a matar un tigre” y después  “esta noche matamos al tigre”. Con el tiempo decir MATAR UN TIGRE se convirtió en una expresión que utilizaban los músicos para los trabajos ocasionales (“esta noche tengo un tigrito”, “nos vemos mañana esta noche voy a matar un tigre”), luego salió del ámbito musical y se extendió hacia otros campos en donde se realiza
El famoso Edificio Washington, en 1957 fue comprado para ser demolido y ejecutar en sus terrenos un proyecto de construcción de una torre de 12 pisos, propiedad de Pérez Jiménez y Luis Felipe Llovera Paéz. Evidentemente, luego de la caída del dictador el proyecto se detuvo y en 1963 el terreno donde se edificaría, fue expropiado y aun permanece sin edificación. Al cruzar la calle, en la esquina del frente, debemos señalar  estuvo el Hotel Madrid, negocio donde funcionó recordado el Roof Garden, salón de baile donde el 31 de diciembre de 1937 hizo su gran debut en Caracas el querido Billo Frómeta.
De Principal a Monjas,  ya descritas, se encuentra la Casa Amarilla, sede hoy día del Ministerio de Relaciones Exteriores. Este edificio desde su construcción tuvo diversos destinos; fue cuartel, cárcel y Palacio de Gobierno. Debemos recordar que el diecinueve de abril de 1810 desde el balcón que está de frente a la Plaza Mayor (hoy Plaza Bolívar), el Capitán General y Gobernador de la Provincia de Venezuela, Capitán Vicente Emparan, dados los hechos civiles y políticos que se desarrollaban en esos días, tanto en Venezuela como en España y cediendo a la presión popular,  celebró una especie de referéndum informal; obligado a preguntar al pueblo reunido en la Plaza Mayor, de espaldas a la Catedral de Caracas, un jueves Santa en la tarde, si ellos, la población,  deseaba que él siguiera al frente de su cargo … entonces dada la respuesta popular, anunció a los presentes su renuncia “la cual se le aceptó”.  
 También,  desde el otro balcón del famoso edificio, en la cara Norte de la edificación,  durante el terremoto de 1900, el Presidente Cipriano Castro, lleno de pánico por lo estruendoso del evento geográfico,  se lanzó al vacío cayendo sobre un transeúnte que pasaba por debajo amortiguando la caída,  pero con todo hubo dos heridos: el caminante que corría aterrorizado por el terremoto y el “valiente Presidente” que se fracturó el pie derecho. Al costado de la casa amarilla se encuentra el cine Rialto, una de las salas de lujo que existía en Caracas vieja; en la planta superior del edificio del cine funcionó el diario Ultimas Noticias. 
En la esquina Principal está el Teatro Principal, igualmente escenario de importantes actos artísticos; allí se presentó en el año 1935 Carlos Gardel; también Tito Guizard el artista mexicano que se hizo famosísimo por la película “Allá en el Rancho Grande”. También estaba El edificio La Francia centro joyero de Caracas y de Venezuela, reconocido mundialmente, recientemente confiscado y desalojado para usarlo con fines políticos.
Como hemos señalado, de Monjas a Gradillas está la sede del Consejo Municipal de Caracas e igualmente la sede del palacio arzobispal. Ambas instituciones tienen gran historial en la ciudad; Donde funciona el consejo estuvo el convento de las monjas de la inmaculada concepción, y, ahí funciono el colegio seminario de santa rosa; El terremoto de 1641 le causo muchos daños, por cierto que en la capilla del convento estuvo el santo sepulcro que es el mismo que hoy está en la iglesia de San Francisco. El convento fue usado, cuando la guerra de independencia, como una cárcel en la cual permaneció presa Luisa Cáceres de Arismendi. Al sur de la esquina, está el Palacio Legislativo. Donde está la sede del Palacio Arzobispal, estuvo una casa que perteneció a la familia Bolívar, en esa vivió Simón, luego de la muerte de sus padres.
De Gradillas a Torre; Entre estas dos esquinas esta la catedral de Caracas, el Museo Sacro y el edificio las Gradillas. En esta cuadra funcionó el diario la Religión, donde hoy se encuentra el museo sacro. En el edificio las Gradillas la famosa tienda Dovilla (¡Qué maravilla!) y funcionaron los tribunales de caracas. El edificio fue confiscado por el gobierno para fines políticos.
En el Centro de Caracas hay otras esquinas históricas, tanto como las  citadas. Por ejemplo encontramos las esquinas de San Jacinto y Traposos que es la cuadra donde están la casa natal del libertador, el museo bolivariano y la sociedad bolivariana. En tal cuadra estuvieron: La plaza El Venezolano, el Mercado Principal, el Hotel el León de Oro,  el famoso Restaurante La Atarraya y el Convento de San Jacinto. Otras esquinas históricas son: San francisco, Sociedad, Santa Capilla, Conde y Veroes. 
 Con todo lo señalado hemos querido tratar demarcar el “verdadero centro de Caracas” pues entorno él, la ciudad se expandió por todos los puntos cardinales y por ello el concepto de centro se extendió hasta límites no determinados, pero así aceptados. Así hoy día, Candelaria, el Silencio, el Paraíso, el norte de la Plaza Bolívar hasta Jesuita, también son consideradas parte del Centro de Caracas y parte de las avenidas México, Universidad, Urdaneta, y, Baralt, también. 
El presente escrito persigue dar algunas orientaciones a todo aquel interesado en la historia de la ciudad y a quienes, aun siendo caraqueños, jamás han ido al centro de caracas y si lo han hecho,  no tienen la más remota idea de las historias y relatos que en cada esquina se encuentran  a la espera de un narrador que nos los traiga a la memoria.

Los Migueles



miércoles, 19 de marzo de 2014

FRAUDE EN LAS PRESIDENCIALES, LA ERE PARALIZADA

 El pueblo venezolano gritando FRAUDE EN LAS PRESIDENCIALES, solicitó auditoria y revisión de resultados....
  
En cadena de radio y televisión un jueves 18 de abril de 2013 a las 10:25 pm, la presidenta del Consejo Nacional Electoral, Tibisay Lucena, acompañada de los otros 4 rectores del ente comicial, anunció que, tras la solicitud realizada por los sectores "antichavistas", se decidió realizar la auditoria de verificación ciudadana sobre el 46 por ciento de mesas que no fueron "aperturadas" el pasado 14 de abril, en un proceso de verificación que chequea que los votos transmitidos por cada máquina electoral corresponda con los comprobantes de votos. Entre las razones, Lucena señaló que se busca aislar a los sectores violentos.
Tibisay Lucena, aceptó y ofreció dar unos resultados "fidedignos" luego de la señalada  auditoria que celebraría en un plazo de 30 días contados desde el 18 de abril de 2013; se escogerían paritariamente representantes de las partes en pugna y de la sociedad civil, no comprometidos y decentes" para realizar la auditoria, mas o menos como proponen hoy, casi un año después, sleccionar a los mejores ciudadanos diputados para conformar la "Comisión de la Verdad" que investigará la violencia contra estudiantes y ciudadanos de la patria, patrañas.
  El caso es que,  en el 2013 no se llevó a cabo auditoria alguna, solo se revisaron algunas máquinas de votación, pero contra sus propias papeletas. Nunca se utilizaron los cuadernos de votación, solo los comprobantes de votación que expide cada maquina, algo así como decir " préstame una pelota de goma para jugar pelota de goma"
Aquello no fue una auditoria, no fue una honesta y exhaustiva revisión de resultados,  no se verificó nada contra listados de votación, contra los cuadernos de votación,  no se revisaron "votantes" fallecidos o fantasmas, tampoco doble cedulados,   firmas planas,  múltiples votantes, violencia y votos asistidos, centros de votación remota y fantasma, la violencia de colectivos armados en centros de votación, en fin, siempre quedó entre los ciudadanos de Venezuela, de una y otra tendencia política  la sensación del fraude contra la confianza, contra la nación; ese pútrido olor de ilegitimidad que emanaba desde los centros de poder oficial de Venezuela. Era cuestión de tiempo para que sucediera lo que hoy,  en efecto está ocurriendo, el pueblo venezolano despertó y aquellas palabras dichas por un señor que caminaba por Caracas cuando dijo... "el CNE solo paralizó, temporalmente,  una explosión social, fueron unas elecciones fraudulentas y mas temprano que tarde la raza libertadora tomará las calles nuevamente y recuperará la decencia, la democracia y el respeto por la nación... opino lo mismo, le dije y en silencio me marche!
 
ABRIL 2013 
CONVERSACIÓN SOSTENIDA CON UNA CARAQUEÑO EN LA CALLE.

 
     Un señor caminando por Caracas me ve, me para y comenta..." señor, Tibisay (CNE) cree que podrá engañar al pueblo venezolano con una treta para hacer pasar el tiempo... espero que no salga con vainas raras, porque el pueblo no está muerto, no está quieto, solo paralizado" 
 
- lo miré, con cara de asombro y le pregunté.. como qué paralizado? 
 
 ...el señor contesta:  "mire yo de pequeño jugaba un juego que se llamaba "La ERE PARALIZADA" en el cual un perseguidor, cuando te alcanzaba, te tocaba en el hombro y  tenias que quedarte tieso, sin moverte, estático, como "cataléptico" esperando que alguien te liberara para despertar, tocando tu hombro para continuar el camino... hasta el día de ayer (18/4/2013) el pueblo venezolano arrecho, efervescente corría a prepararse con ánimo lucha, para reclamar... sentía que tenía que marchar hacia la libertad, la justicia, hacia la verdad.. y , cada día con mas pasión y mas furia.  Tibisay, hábilmente tocó al pueblo en el hombro y lo paralizó... solo por 30 días creo, PERO AMIGO si la verdad de estás elecciones no alcanza al pueblo, si Tibisay no jugó con la honestidad que reclama su cargo, el pueblo mas temprano que tarde se liberará, dejará de estar paralizado y corriendo con paso de vencedores,  sean cuales fueren las consecuencias, hará temblar a los corruptos traidores de la patria y de la paz...  menuda responsabilidad asumió el  CNE de Venezuela..." 
 
 Lo miré y antes de despedirme le comenté..."señor tiene razón, el pueblo temporalmente solo está paralizado, físicamente nada mas,  pero su pensamiento, su corazón, su vergüenza, cada día se mueven mas y crece para reclamar la verdad, y esos sentimientos que temporalmente, como en una caja de Pandora, Tibisay temporalmente recogió y a la fuerza en esa caja los guardó, estallarán en cada rincón de Venezuela, es cuestión de tiempo, y nada,  sino la libertad podrá calmar las almas convulsas, arrechas de la nación... 
hasta siempre señor... y cuando miré nada me dijo, y entre la multitud caminó  ya no lo vi mas...